Las monedas de 1 y 2 céntimos podrían desaparecer

En enero de 2002, en los bolsillos de los europeos se colaba la moneda del euro. Desde entonces se han emitido 45.800 millones de monedas de uno y dos céntimos, y con ellas ha llegado la polémica.

Acuñarlas sale demasiado caro y ese cobre podría aprovecharse para otros usos. 

En países como Finlandia, Holanda o Bélgica ya han desaparecido.

Algunos informes justifican su desaparición porque apenas se usan. El coste de producción rebasa el 60 por ciento del valor. Además, han perdido, en una década, el 24% de su poder adquisitivo.

Se fabrican con cobre y este metal ha encarecido en pocos años. La solución sería seguir el redondeo sueco de los precios. Se acabarían las ofertas estilo 1,99€.

Se calcula que su desaparición causarían un impacto muy mínimo y casi no habría riesgo de inflación, y ya se conoce la experiencia de Finlandia, Holanda y Bélgica donde estas monedas ya no se utilizan.

Si se retiran, se recuperarían más de 7.000 toneladas de cobre, unas cifras que convencen a la Unión Europea para jubilarlas.

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