Un niño con autismo y su inseparable perro que le acompaña hasta al hacerse pruebas en el hospital

El perro se llama Mahe y se trata de un perro de asistencia de tres años, que tras un entrenamiento, se convirtió en esencial para la vida de James Isaac, un niño de 9 años que sufre autismo.

El labrador no se separa del niño, incluso le acompaña en la cama del hospital cuando le hacen pruebas.

"Mahe es su mejor amigo, lo es todo para él", explica su madre. El animal ha conseguido que el niño esté mas calmado, que la ansiedad se reduzca y que las pruebas a las que tiene que someterse con regularidad no sean una pesadez para él.

James, no habla, apenas tiene contacto visual y se relaciona muy poco con otras personas. Los perros que los asisten están preparados para llevar a cabo lo que se conoce como "anclaje", el niño va unido al arnés del animal, y si detecta que el niño sufre un ataque y quiere salir corriendo, el perro se tumba en el suelo evitándolo.

"Un perro de asistencia va unido al niño por un arnés y evita conductas de fuga, frecuentes y muy peligrosas en niños con autismo. También trabaja sobre las conductas de oposición, por ejemplo, si se tiran al suelo el perro les chupa la cara y genera una incomodidad divertida que hace que se levante. Ayuda en seguridad vial, ya que se para a un metro de los bordillos. También mejora los patrones de sueño. El perro se acuesta a su lado y le proporciona una presión que le calma", así lo explica Teo Mariscal, director de la Fundación Bocalán.

Sin duda, nos queda claro que el perro es el mejor amigo del hombre, o en este caso, del niño.

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